Oleo sobre tela de Pedro Subercasseaux (reconstrucción histórica). Museo Histórico Nacional, Argentina.
EL HIMNO QUE SUPIMOS CONSEGUIR
Por Alejandro Fensore(
Historiador)
(Al final de la nota,la letra completa de la canción original patria)
En todos los actos se nos infla el
pecho de emoción y nos hierve la sangre patriótica cuando se escuchan los
acordes de nuestra canción patria, pero pocos saben la historia de la marcha que
nos identifica como argentinos y que doy a conocer, aprovechando la ocasión que
se cumplen 200 años de la aprobación de nuestro Himno como canción oficial( 11
de mayo de 1813)
Desde el año 1812 había
intenciones serias de tener oficialmente una canción patria, reconociendo
algunos poemas patrióticos muy en boga en aquella época, con música propia, o
convocando a autores para que compongan una melodía nueva. El Triunvirato
aprobó en noviembre de 1812 una canción con letra de Fray Cayetano Rodríguez y
música de Blas Parera, que fue dejada de lado. Luego, la Asamblea del año XIII
encargó a Vicente López y Planes componer una “Marcha Nacional” que fue
aprobada en mayo de 1813.Seguramente Parera le puso música y fue ensayada por
un coro de niños y después por una comparsa de niños vestidos de indianos la
cantaron en el teatro el 28 de mayo. Esta es una versión.
Otra versión es la de Vicente
Fidel López, quien relata que su padre escribió un himno por encargo de la
Asamblea, y que resultó muy exitosa .Fray Cayetano Rodríguez tuvo un encargo
igual y escribió otro himno, pero al resultar el de López y Planes más
aplaudido, retiró la composición sin darla a conocer.
En cuanto a la música, cuenta
Albina Thompson (hija de Mariquita) que vivía en Barcelona en 1842, en carta
familiar:” Estuvo por aquí Parera, nos entretuvo, contó como se compuso en casa
el Himno Criollo inspirado en el Himno de David que de oído y de pie
chapurreaba recordando en el teclado distraído nuestro padre que cantaba de
niño”. Este Parera que visitó a Albina era el hijo de Blas Parera. Como Parera
daba clases particulares a domicilio, se supone que Mariquita fue alumna suya
de piano y arpa. Martín Jacobo Thompson había escuchado cantar a su padre el
himno religioso inglés en que se habría inspirado Parera para componer la
música de nuestro himno en el piano del salón de los Thompson. Como Parera era
pobre y no tenía piano, perfeccionó nuestro himno en el piano de Esteban de
Luca. Más tarde, Juan Pedro Esnaola hizo el arreglo del Himno Nacional reconocido
finalmente como nuestra canción patria.
Hemos crecido con la certeza que
el Himno fue estrenado en la tertulia de la casa de Mariquita en la actual
calle Florida. Esta tradición surge del relato de Pastor Obligado en su libro
“Tradiciones”, que dice: “La casa que describimos a continuación, de
tres altas ventanas con rejas (apareciendo como el alto), abría su ancha puerta
bajo el número 98 de la calle Florida (hoy 273), y subiendo sus cinco escalones
de mármol, daba entrada al patio. Por la primera puerta de la derecha
introducíase al gran salón, tapizados sus muros de riquísimo damasco de seda.
En medio del techo de espejos, enmarcados en espléndido maderaje, pendía una
riquísima araña de plata, y la gran chimenea francesa en el centro había ya sustituido
las antiguas copas de bronce con fuego. Muebles de brocado amarillo, bajo
cortinado de lo mismo, completaban su mobiliario; hacia el testero opuesto al
alto estrado, el arpa y el clavicordio, donde ensayó el maestro Parera la
música del himno nacional. Floreros y sahumadores en las esquineras, y sobre
mesitas o consolas de pie de cabra, altos espejos venecianos con plateados
marcos de lo mismo.” En este relato se basó Pedro Subercasseaux para pintar el
famoso cuadro de la tertulia de Mariquita.
Según Obligado, Mariquita acompañó en su tertulia a Parera
(que tocaba el piano) ejecutando el arpa. Estuvieron presentes en ese estreno
personalidades como Remedios de Escalada y su novio el Coronel San Martín,
López y Planes, Monteagudo, Alvear, entre otros. Sin embargo, Mariquita no ha
dejado mención alguna de este hecho en sus memorias, y algunos historiadores
ponen en duda esta versión. Lo que conocemos, surge de la tradición familiar de
los Thompson, de Pastor Obligado, y del cuadro de Subercasseaux. El himno,
oficialmente se cantó en un acto público en mayo de 1813, y entonado días antes
en casa de Mariquita. Esta es la versión actual.
La letra original del Himno era muy independentista. Luego,
la Asamblea del año XIII pide un arreglo de la letra, pues Inglaterra se opone
fuertemente a toda autonomía de la colonias de España, que era su aliada contra
la Francia de Napoleón. Es por ello que desaparecen estrofas como aquella que
decía :” se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación”. En 1860
se le encomienda a Esnaola otra modificación: la marcha guerrera y estrepitosa
se convierte en una melodía majestuosa
y estirada.
Finalmente, durante el segundo mandato de Roca , se
suprimen todas las estrofas agraviantes a España, por razones de diplomacia: de
esta manera, el himno queda tal cual lo conocemos.
La letra de nuestro himno estaría equivocado: “Ya a su
trono dignísimo abrieron” carece de sentido.
La Asamblea del año XIII sancionó nuestro himno sobre una
copia defectuosa de López y Planes. Su autor siempre decía que la palabra
correcta era “alzaron” y no “abrieron”. Pero por la fuerza de la costumbre
quedó la palabra “abrieron”, y en 1847 declaró en testimonio existente en el
archivo Mitre, autenticado por su hijo Vicente Fidel López, que la palabra
correcta era “abrieron”.
La historia está llena de historias desconocidas, y la que
se refiere al Himno Nacional Argentino es una de ellas.
Fuentes
-
Alonso Piñeiro, Armando: “La historia argentina que muchos argentinos
no conocen”.Buenos Aires.Depalma (1982).
-
Obligado, Pastor: “Tradiciones Argentinas”.Buenos
Aires.Hachette.(1955)
-
O Donnell, Pacho: “El águila guerrera”.Buenos
Aires.Sudamericana(1998).
-
Sáenz Quesada, María: “Mariquita: vida política y
sentimental”.Buenos Aires.Sudamericana.(1996).
HIMNO NACIONAL ARGENTINO
Oíd, mortales!, el grito sagrado:
¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.
Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel.
Su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz,
y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve, argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.
San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.
La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la Libertad,
y sobre alas de gloria alza el Pueblo
trono digno a su gran Majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: ¡Mortales, oíd!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, salud!
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
(Se canta después de cada estrofa)
¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.
Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel.
Su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz,
y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve, argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.
San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.
La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la Libertad,
y sobre alas de gloria alza el Pueblo
trono digno a su gran Majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: ¡Mortales, oíd!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, salud!
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
(Se canta después de cada estrofa)